lunes, 4 de mayo de 2020


Para comprender mejor la problemática puedes comenzar analizando los antecedentes, para ello te dejo el siguiente video 


Muchas veces nos preguntamos y porqué tanta insistencia con el hecho de que aprendamos a leer corretamente, ahora al ver este video sabras 5 razones por las cuales es importante.

 Para comprender la siguiente parte del proyeto es recomendable ver el siguiente video

Como todo proyecto debe tener un sustento teorico, con ello brinda confiabilidad a la intervencion, en este caso se toma como referencia a las siguientes autoras:
A continuacion se describen mas a detalle sus aportaciones:

Marco teórico


La Lectura: una habilidad prioritaria para la vida De acuerdo con Linan-Thompson (2012), investigaciones realizadas en los últimos años han aportado enormes adelantos en la comprensión del tema y han abierto importantes retos para futuras investigaciones; la práctica de la enseñanza en el aula; la promoción del aprendizaje y su evaluación; y las decisiones de las políticas educativas relativas al tema. Por otra parte, el concepto de alfabetismo como lo explican Rebello, Fuligni, & Brooks-Gunn (2006) es una noción amplia que incluye a la lectura y la escritura así como otras habilidades analíticas. Se incluyen habilidades multidimensionales y complejas en un proceso de desarrollo continuo, que no necesariamente está atado a la edad cronológica o al ingreso a la escuela sino al punto cuando las habilidades son plenamente adquiridas. Algunos autores indican que la definición de alfabetismo debe extenderse a lo largo de la vida de una persona “desde la cuna hasta la tumba” en palabras de Alexandre, (1997) citado en el National Council for Curriculum Assessment. Teaching children to read: an evidence-based assessment of the scientific research literature on Reading and its implications for Redding instruction, 2012. Saber leer en el mundo de hoy significa saber comunicarse, saber relacionarse con otros y saber funcionar en distintos escenarios reales o virtuales en los que las letras y los textos son los intermediarios de las ideas, los sentimientos y las intenciones.

Habilidades que un niño necesita para saber leer bien
En el año 2000 el Panel Nacional de Lectura, (National Reading Panel – NRP-) publicó un reporte que identifica cuatro habilidades clave para saber leer. La primera es la conciencia fonológica y se refiere a que los fonemas son las unidades más pequeñas que componen el lenguaje hablado y son representados en letras en el lenguaje escrito. La enseñanza de la consciencia fonológica se enfoca en que los niños sepan manejar los fonemas en las sílabas y las palabras habladas. Enseñar consciencia fonológica mejora la lectura y contribuye a acrecentar la capacidad de deletrear. La conciencia fonológica debe ser parte de la enseñanza de la lectura en el aula y debe completarse con otros elementos más. La segunda es Phonics Instruction (en español la traducción más aceptada pero no precisa es Deletreo). Se refiere a la adquisición de la correspondencia letra-sonido y su uso en la lectura y el deletreo. Su objetivo es enseñar a comprender que las letras están unidas a un sonido (fonema) para formar esa correspondencia letra-sonido y patrones de deletreo y aplicar estos conocimientos a la lectura. El español y los idiomas mayas son transparentes, es decir que el aprendizaje del deletreo no es fundamental, contrario a otros idiomas como el inglés. La tercera habilidad lectora es la fluidez. Una persona que lee con fluidez es capaz de leer de forma oral con velocidad, exactitud y una expresión apropiada. La fluidez es un factor crítico para la comprensión lectora y la práctica de la lectura es generalmente reconocida como importante para lograrla. Hay dos prácticas utilizadas para promover la fluidez en la lectura. La lectura oral guiada o lectura repetitiva guiada, incluye orientación de los maestros, los compañeros o los padres, y tiene un impacto significativo y positivo en el reconocimiento de palabras, la fluidez y la comprensión entre grados; la otra es la lectura silenciosa e independiente. Los estudios indican que mientras más leen los niños mejor es su fluidez, su vocabulario y su comprensión. Sin embargo, no hay suficiente evidencia acerca de la influencia específica de la lectura silenciosa e independiente en la fluidez lectora. La cuarta habilidad es la comprensión lectora: es la esencia de la lectura, no solamente para el aprendizaje

La adquisición del sistema de escritura
 Según Teberosky (2000), en una etapa de alfabetización inicial, los niños diferencian lo que es un dibujo de la escritura. Distinguen aquello que consideran que debe ser leído y hacen hipótesis sobre cómo se combinan y distribuyen las letras en las palabras para encontrar regularidades de composición en la escritura. Hacia los cuatro años, según Teberosky (2000), reconocen que el texto busca comunicar algo, su intencionalidad de decir algo, lo cual es el inicio para concebir la “función simbólica de la escritura”. Más adelante, los niños son capaces de pensar en la función del texto para denominar los objetos. Como lo explica la autora, a diferencia de un dibujo que representa un objeto, las letras representan el nombre del objeto, a lo que se le conoce como la hipótesis del nombre. Ésta es de mucha importancia dado que significa que el niño es capaz de responder a la pregunta ¿Qué dice aquí? cuando ve una palabra escrita que se refiere al nombre de un objeto. Posteriormente los niños reconocen además de los sustantivos, los verbos como palabras que pueden ser escritas. Y más adelante también identifican los artículos, los pronombres y las preposiciones. Los niños pasan por un período de fonetización de la escritura para buscar la correspondencia entre las letras y las sílabas. Finalmente, la autora indica que los niños que pasan a una fase de comprensión de lo escrito, necesitan comprender para aprender, es decir, comprender el sistema alfabético, la relación entre lenguaje oral y lenguaje escrito, comprender las unidades específicas de lo escrito para aprender a leer y escribir. La escritura implica la evolución de una serie de conocimientos construidos a partir de la interacción con otros lectores o escritores y con el propio texto y con el ambiente y las situaciones en que el aprendizaje se desarrolla. Whitehurst y Lonigan (2003) indican que al escribir en un sistema alfabético, la decodificación de un texto implica traducir unidades impresas (grafemas) en unidades de sonido (fonemas) y la escritura conlleva traducir unidades de sonido en unidades impresas.
En el nivel más básico de escritura emergente, ello implica la habilidad de distinguir letras y saber la correspondencia entre el nombre de la letra y su sonido. Otra ruta, según los autores es escribir una ortografía inventada, pretender que se escribe, como cuando un niño hace ciertos trazos en el papel y luego le pide a un adulto que lea lo que escribió. Esto indica que el niño sabe que la escritura tiene un significado aunque todavía no sepa escribir. Finalmente, en relación con la pedagogía de la enseñanza de la lectura y escritura, Kennedy, Dunphy, Dwyer, Hayes, McPhillips, Marsh, O’Connor & Shiel (2012) indican que no hay un método mejor que otro. Sin embargo, sí hay diferentes estrategias que los maestros deben conocer muy bien. Además, el uso de evaluaciones para orientar las prácticas educativas utilizadas y para que los maestros puedan atender a las necesidades particulares de sus alumnos. Finalmente Kennedy, et al (2012) refieren la importancia de contribuir a que los niños construyan sus capacidades de autoeficacia, por medio de una plataforma de estrategias meta-cognitivas que le permitan resolver problemas exitosamente.

Emilia Ferreira
Propone un modo constructivista de enseñar a leer y escribir que respete los tiempos de maduración del niño, estimulándolo a pasar de un nivel a otro de acuerdo a los tiempos que cada uno requiera.
Los tiempos son variables y empiezan con los garabatos sin ninguna significación, por el simple placer de “sacar” sus impulsos hacia afuera. Esto lo hace entre el año y los dos años y medio, etapa en que empieza a controlar esos garabatos para darle una cierta forma, la que tendrá para él una cierta explicación, aunque para los adultos sea incomprensible. Los trazos más controlados aparecen alrededor de los cuatro años, donde ya entendemos sus expresiones que son el reflejo de sus valoraciones, ya que dibujará lo que para él es importante: a él mismo, su familia, sus mascotas, su casa. Los dibujos son una excelente herramienta para estimular la lecto-escritura significativa y que el niño asocie lo representado en el dibujo con las palabras que lo representan.
El maestro debe motivar, hacer reflexionar al niño, orientarlo, hacerlo interactuar con sus pares, para que aprenda de modo comprensivo, no despreciando sus conocimientos previos, sin simplemente copie textos, sino que encuentre en esta herramienta un modo útil y grato de expresión de sus ideas y sentimientos, ayudándose de juegos y dibujos.
Esto no significa, como suele observarse en muchas aulas, que las maestras dejen al niño escribir como quiera y tomarse el tiempo que desee `para siempre, ya que leer y escribir no es algo natural, sino una construcción social y por ende el alumno no podrá aprender por intuición reglas de lectoescritura que son convencionales. Solo al principio y para que el alumno gane confianza se lo deja escribir “a su modo” pero luego, sobre todo a través de juego se le debe enseñar a escribir de modo correcto por ejemplo a través de preguntas y creando situaciones significativas donde se requiera el uso del lenguaje, formando grupos de palabras que compartan sílabas, haciendo crucigramas, elaborando un periódico, etcétera.
María Montessori
Según Montessori se comienza con los sonidos. Como primer concepto, comentar que se trabaja con el sonido de las letras, con cómo suenan las letras y no con el nombre de la letra. Por ejemplo, la letra «L» no sería «ele» sino «lll». Los niños aprenden a leer y escribir usando los sonidos para formar palabras.
Antes de introducir las letras de papel de lija, lo que serían los símbolos de las letras, hay un trabajo muy importante que realizar con los niños, y para este trabajo no se necesita ningún material en absoluto.  Primero hay que trabajar con el niño para que el niño vea los sonidos que conforman las palabras, a esto se denomina «juego del sonido». Una vez que el niño tenga esto dominado, será cuando se introduzcan las letras en papel de lija, no antes.

Es importante que se trabaje con el niño con el juego del sonido como un juego, no como una obligación lectiva, porque esto hará que el niño no quiera realizar la actividad.
Vamos a ver un ejemplo de cómo podemos realizar el Juego del Sonido.
Se le dice al niño, «Dime el nombre de un animal, y yo te diré los sonidos que tiene el nombre del animal.» El niño nos dirá entonces el nombre de un animal, por ejemplo, Perro. En ese momento responderemos los sonidos de la palabra Perro. El niño poco a poco irá igualmente diciendo el los sonidos de las diferentes palabras con las que vayamos trabajando.
Una vez que esta fase esté dominada es cuando se le introduce al niño, como he comentado, los símbolos de las letras a través de las letras de papel de lija, no antes.


Ana Taberosky
La respuesta depende de lo que se entienda por “alfabetización “. Cuando hablamos de alfabetización, de aprendizaje de la lectura y la escritura o incluso de lectoescritura (composición de palabras que suelo evitar para no dar la idea de que se trata de un proceso único, homogéneo y simultáneo), tenemos que recordar que nos referimos al proceso de aprender lenguaje escrito. Y ello implica una discusión sobre la naturaleza del proceso y sobre la relación entre lo escrito y lo oral. Es bastante frecuente que se refiera a este proceso inicial como codificación o aprendizaje del código. Pero, ¿qué quieren decir “codificación” o “código”? Quieren decir que se interpreta el lenguaje escrito como un código, es decir como un sistema de reglas de transcripción o de asignación de una representación a otra (de lo oral a la escritura que codifica lo oral). 128 Entrevista En particular, como un sistema que codifica los fonemas de la lengua oral en las letras de lo escrito (proceso también es denominado de “correspondencia fono-gráfica”). Desde esta perspectiva, la preparación para el aprendizaje estará en relación con la idea de los “componentes” del código (que predomina mayoritariamente en la literatura de origen anglosajón). Por un lado, uno de esos componentes es el proceso denominado de “conciencia fonológica”, otro es el de “conocimiento de las letras” del alfabeto y sus reglas de correspondencia. Además de otras propiedades del sistema escrito (como puede ser la direccionalidad y posición de los escrito en la página o en la pantalla). Hace varias décadas nos opusimos con Emilia Ferreiro a esta visión del código (Ferreiro y Teberosky, 1979) diciendo que el aprendizaje de lo escrito no era equivalente al aprendizaje de un código, donde las unidades de ambos (lo oral y lo escrito) para el niño que aprende fueran consideradas como unidades previamente conceptualizadas, aprendidas y listas para su puesta en relación. Sosteníamos entonces y después (Ferreiro, 2002) que el tema de las unidades dentro de la visión de un sistema previo y dispuesto para su uso, incluía no sólo los fonemas, sino también las palabras, las frases o los textos. Nos acompañaban en esta discusión varios autores (BlancheBenveniste, 1998; Béguélin, 2002; Linell, 2011; Olson, 1994; Port, 2006; 2011). A diferencia de esta perspectiva de los “componentes” más o menos aislados o aislables y dispuestos para su uso; sosteníamos que se trataba de un proceso constructivo y de conceptualización para el aprendiz. Pero, ¿qué significa proceso constructivo y de conceptualización? Vamos a comenzar por el aspecto más simple. En el aprendizaje de lo escrito es necesario aprender los símbolos de lo escrito, es decir las letras. En este aprendizaje, ha contribuido mucho la base material ofrecida por la tecnología de ordenadores, tabletas y teléfonos móviles en sus teclados (Hutchins, 2005). Esa base material ofrece una oportunidad para pensar y aprender sobre el inventario de letras: en la actualidad los niños pequeños saben que existe un inventario (aunque no sepan que son 26 las letras), antes en cambio no tenían oportunidad de verlas todas juntas y se las enseñaban “letra por letra”. A pesar de que se trata de símbolos ya dados y construidos culturalmente, los niños necesitan aprender que las variaciones de forma (mayúscula, minúscula) y de tipografía (cursiva, de imprenta) son irrelevantes respecto a la categoría de las letras (es decir, que a pesar de las diferencias entre “a, A, a” o entre “g, G, g”, tienen que ser tratadas como iguales en relación a las categorías de “A” o de “G”, etc.). Es decir, que a partir de las varias formas del inventario de letras tienen que “construir” los conceptos para identificar cada letra. Se trata de un aprendizaje que es favorecido por la frecuencia estadística con que los niños interactúan con los textos escritos. ¿Ocurre lo mismo desde el lado de los fonemas? De ninguna manera, dicen los lingüistas (Blanche-Benveniste, 2002; Linell, 2011), eso no es cierto para los sonidos del habla donde no hay ningún inventario fijo. Las letras son ejemplares de símbolos a pesar de sus variaciones, los sonidos del habla presentan un problema de percepción y Entrevista 129 producción muy diferente a las letras. Por ejemplo, cambian con las regiones (dialectos), con las circunstancias de los hablantes, sus estados de ánimo y sus intenciones, cambian con las generaciones, etc.; se trata de pronunciaciones continuamente cambiantes. Tampoco tienen una forma invariante, aunque representamos con la misma letra “P” las producciones de “papá” y “campo”, físicamente no son sonidos iguales. No se da una correspondencia uno a uno entre el inventario de las 26 letras y los sonidos, de allí la invención ortográfica de combinaciones de letras y de dígrafos (ch en español, ig, ix, etc. en catalán, combinaciones de vocales en francés, etc.). Y, cuando queremos segmentar las emisiones en sonidos no nos encontramos con consonantes y vocales como podrían estar representados en lo escrito, sino con diversas unidades del tamaño de una sílaba, por ejemplo. En resumen, la alfabetización inicial no puede ser tratada como el aprendizaje de un código. Entonces, desde esta perspectiva, ¿hay una preparación para el aprendizaje? Responderé en la siguiente pregunta.